Uno de los dramas más frecuentas en el ámbito laboral y familiar es la inundación de papeles o documentos: aparecen en la mesa de entrada, en el comedor; ocupan todo la superficie del escritorio, se arrugan dentro de las carteras y los maletines. También los encontramos en la cocina, en el carro, sobre los asientos…
Específicamente en el entorno familiar, no es raro que cada cierto tiempo –en uno de esos arranques de orden que periódicamente nos dan – decidamos recoger todos estos papeles y armar montoncitos en los cuales normalmente quedan enterrados recibos, formularios para impuestos, facturas, el desprendible para reclamar un examen médico,